Alonso Elizondo Bolaños Director Ejecutivo de La Camara de Comercio de Costa Rica. Foto carlos León para la Camara.

Alonso Elizondo
Director Ejecutivo
Cámara de Comercio de Costa Rica

Desde hace varias semanas, algunos grupos organizados del país han alzado la voz para casi exigir al presidente del Banco Central una devaluación del colón, como medida paliativa a la pérdida de competitividad del país.

Estos grupos usan como indicador de competitividad el índice de tipo de cambio real, el cual ciertamente ha sufrido una apreciación. Pero, ¿cuáles fueron las causas de esa apreciación real del colón? En primer lugar, la presión fiscal. El excesivo gasto del gobierno, muy por encima de los ingresos, lo obliga a recurrir al financiamiento externo, aumentando la oferta de divisas en el mercado cambiario, y por ende, generando un tipo de cambio nominal y real menor. En segundo lugar, la diferencia entre la tasa de interés real local y externa, incentiva la entrada de capitales para realizar inversiones financieras en el país, y también, presionan el tipo de cambio nominal y real a la baja.

Ante este panorama uno debe preguntarse: ¿Es conveniente devaluar el colón artificialmente para compensar está pérdida de competitividad causada por la irresponsabilidad fiscal? La respuesta es un contundente NO. La teoría económica y la evidencia empírica a lo largo de los años así lo demuestran.

Esta idea de devaluar la moneda de forma inducida, supone que las exportaciones del país crecerían al abaratarse los productos costarricenses en el exterior, generando el efecto contrario en las importaciones, las cuales se reducirían al encarecerse estos productos para los consumidores locales. Lo que no están considerando los defensores de estas medidas, es que el aumento del tipo de cambio nominal, tendrá un efecto casi inmediato sobre el precio de los bienes transables, lo que a su vez generará aumentos en los niveles de inflación por el efecto traspaso, afectando el poder adquisitivo de las personas. Por otra parte, son inevitables los aumentos en los costos de producción de las empresas y en las tasas de interés.

Tasas de interés más altas para los créditos internos, aumentan el costo de nuevos proyectos de inversión, impactando negativamente el ritmo de crecimiento de la actividad económica.

Como si estos efectos no fueran suficientes, hay que mencionar las repercusiones sobre las variables del mercado laboral. Para el caso de Costa Rica, una medida como la sugerida, tiene un efecto neutro sobre el empleo total de la economía y negativo sobre el salario real de los trabajadores. Parece que devaluar el colón solo tendrá como resultado un aumento temporal en las exportaciones a costa de disminuciones en el salario real de los trabajadores.

Finalmente, devaluar el colón para “ganar” competitividad, es un mecanismo inefectivo e inconveniente. La competitividad no la define un tipo de cambio. Tiene que ver con producir un bien o un servicio a un menor costo que los competidores. Para ello es necesario el uso adecuado de la tecnología, aumentos y mejoras en la infraestructura pública, la calidad de las instituciones y sobre todo el manejo responsable de las finanzas públicas.

Insistir en el manejo cambiario como medida de competitividad es contraria a las necesidades del país, quienes la promueven no solo se equivocan; sino que también serán víctimas de sus propios deseos.