Probablemente la Cumbre Mundial del Emprendimiento en Silicon Valley, en el 2016, en donde convergieron más de 700 empresarios de 170 países convencidos de que las PYMES son clave del crecimiento, del desarrollo económico y la reducción de la pobreza, marcó el inicio de la visibilidad, a gran escala y apoyo internacional hacia este sector.

Cuatro años después de esta cumbre, la Organización de las Naciones Unidas, ONU, declaró el 27 de junio como el Día Internacional de las Micro, Pequeñas y Medianas empresas, mientras que la Cámara de Comercio de Costa Rica, CCCR, un año antes a la declaratoria, ya había conformado su primera Comisión Pyme.

Según datos del Banco Mundial, las PYMES en el mundo representan más de la mitad de los puestos de trabajo formales y están generando oportunidades económicas importantes en sectores de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) y la tecnología móvil.

El Banco Mundial estima que, en el área de la tecnología limpia, las Pymes pueden aprovechar un mercado ascendente a 1,6 billones de dólares durante la próxima década, ya que están brindando soluciones eficaces a asuntos fundamentales del desarrollo, como el acceso a energía limpia y agua potable, servicios sanitarios y educación.

Esta participación en el empleo total es comparable a la de las grandes empresas, de acuerdo a un estudio de la Corporación Financiera Internacional, CFI. Aún excluyendo a las microempresas y a los trabajadores independientes, el informe de la CFI sostiene que las PYMES representan la mayoría de los negocios existentes en los países de ingreso bajo.

PYMES y COVID

La pandemia dejó claro la vulnerabilidad económica de las PYMES, debido a que muchas de ellas se ubican en sectores seriamente afectados como turismo, recreación, restaurantes y bares.  Su liquidez no pudo hacer frente a los problemas de solvencia, muchas acumularon deudas y hasta se endeudaron más para continuar operando y tras dos años de cierres intermitentes y aforos al 50%, quedaron con una carga de deuda muy superior a su capacidad de reembolso.

El Fondo Monetario Internacional proyectó para el año pasado el incremento en la proporción de pequeñas y medianas empresas insolventes, de 10% a 16%, en las 20 economías más avanzadas de Europa y la región de Asia y el Pacífico, con una posible pérdida de 20 millones de empleos.

En Costa Rica, el sector económico que reúne una mayor cantidad de empresas, -según el Estado de Situación PYME 2021, del Ministerio de Economía, Industria y Comercio, MEIC-, es servicios que representó el 66,0% del total de las empresas activas del país, comercio el 21,1%, industria el 5,0% y el sector agropecuario el 6,2%.

Solamente las empresas del sector servicios obtuvieron una tasa de crecimiento positiva a lo largo de los años antes del 2020, que pasó de 86.136 empresas a 90.636 empresas, lo cual representó un incremento de 5,2%. Pero al llegar el Covid, el pronóstico del FMI fue acertado, y las PYMES formales decrecieron en nuestro país y en las economías avanzadas durante el 2021 en un 5%.

PYMES en Costa Rica

Costa Rica no difiere mucho de los datos mundiales relacionados a las PYMES, ya que el 47% de nuestro empleo es generado por este sector, que a su vez representa el 35.7% del Producto Interno Bruto en Costa Rica. Como dato a destacar el 48% de ellas es liderado por mujeres, por lo tanto, también constituyen una fuente de empoderamiento económico femenino. Habiendo pedido una investigación comercial a los profesores en https://papertyper.net/, recibimos un trabajo de alta calidad y, lo más importante, a tiempo.

Quizás para sorpresa de algunos, la mayoría de los miembros de la Cámara de Comercio de Costa Rica no son grandes empresas; todo lo contrario, las PYMES conforman el 75% de nuestros asociados y su representación en la Junta Directiva y en el liderazgo de las Comisiones en los últimos cinco años fluctúa entre un 40% a un 50%.

Dicho lo anterior, es un deber para las organizaciones gremiales del sector privado como el nuestro, reconocer el importante aporte de las PYMES al país, y dirigir esfuerzos a reducir las altas cargas sociales y cargas impositivas empresariales, disminuyendo la retención del I.V.A., el exceso de tramitología, renta con el pago de tarjetas, la base de las tasas de interés para en la Banca Pública y flexibilizando algunos requisitos (especialmente los avales) del financiamiento a través del Sistema de Banca para el Desarrollo, entre otras acciones.

Tal y como lo ha señalado la ONU, las micro, pequeñas y medianas empresas son vitales para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, específicamente el Objetivo 8, de trabajo decente y crecimiento económico y el Objetivo 9, de impulso a la industria, innovación e infraestructura.

Reconocer el importante aporte de las PYMES al país no debe limitarse a celebrar su día, sino a comprometernos -sector privado y gobierno- a apoyar su fortalecimiento, trabajando en acciones directas y especializadas que las desarrollen, mejoren su competitividad, gobernanza y encadenamientos.